8 de novembre del 2011

Pasó una época oscura. Vienen tiempos difíciles de prever

Frente Nacional de Lucha, sobre los resultados electorales:


Dicen que ayer se señaló, para todo el país, un cambio de época. El muy comentado tema de las elecciones por fin llegó a su fin y, con ello, pasamos a una nueva época, argumentan los medios de comunicación. ¿Hacia qué y hacia dónde vamos, entonces? Eso no es fácil de decirlo, pero lo intentaremos.

De hecho, pareciera que vamos hacia un nuevo período marcado por la intransigencia de una derecha militar que ya ha dado muestras de lo que puede esperarse de ella. Máxime que resulta ganadora tras un sorteo en donde tuvo que lidiar con todos, quedándole, al final, un mundo plagado de contrarios.

De repente, le desaparecieron a su mujer fatal, a su temible adversaria, Sandra Torres, y eso la desconcertó. Al fin y al cabo, no era una mujer pequeña en el marco de la derecha populista. En su contra se habían preparado todas las batallas. Era un discurso contra la derecha populista y a favor de la derecha militar el que manejaban. Pero ni modo. Se les acabó ese discurso, cuando menos de forma aparente.

Luego, como por arte de magia, apareció Baldizón, capitalizando a su favor una serie de fuerzas que, basadas en nombres y personalidades, parecían grandes. Contó Baldizón a su favor con el apoyo de su propio partido, con el de la UNE, con el de CREO, con el de Mario Estrada, con el del Frente Amplio, (al menos con la mayoría de sus fuerzas), con el de un sinfín de mini-partidos que, aunque le dieron cuerpo a la cabeza, al final no se trató más que de la conformación de un enano cabezón.

Fue, de principio a fin, un juego bien urdido en donde las distintas derechas hicieron gala de sus mejores armas. Cuentan con suficiente práctica para ello. Sus mejores discursos, sus mejores poses, en fin, sus mejores instrumentos de guerra. Entendamos que no fue más que eso: un muy bien montado juego, en el que las derechas son quienes llevan a su favor el balance de todas las experiencias. Las derechas son las que mandan en ese terreno, porque el pueblo, obnubilado por los llamados, (que son tantos y tan bien urdidos), termina por votar a favor de cosas que le son contrarias.

Así ocurrió y, en definitiva, terminó ganando el General Otto Pérez Molina. Terminó captando la mayoría del voto popular.  Nótese que decimos “voto popular” en un sentido amplio del término.

Porque en este caso, cada voto del pueblo, al depositarse a favor de una de las derechas, era un voto en contra de lo que conviene al pueblo, aunque, claro está, resultaba un voto a favor de los intereses superiores de las derechas. Desde 1954 y hasta la fecha, las derechas han obtenido ese resultado. Tras cada elección, cuentan a su favor con miles de votos que deberían ser de izquierda, pero que aparecen a las derechas, dándoles a ellos las posibilidades de seguir con su mismo discurso y con sus mismas prácticas.

Entre tanto, ahí sigue Baldizón, preparándose para la que viene. Será el garante de los compromisos de Gobierno, dice. Será el “guardián de las promesas de campaña” de su adversario. Es decir, que será el primero en reclamar, para el país, cada uno de los compromisos del Patriota. Ese papel le queda como hecho a la medida, porque, al igual que el General, no pasa de ser un hombre de derecha y, por lo tanto, sus compromisos son los mismos que los de su rival. Difieren en métodos, quizás. Pero también diferían en método Colom y Berger, por ejemplo, y mala sea la hora de esa diferencia, si es que estuvo presente.

Todos esos son derechas. Todos ocupan las mismas sillas y todos bailan al son que les tocan sus patrones: los ricos del país. Eso no lo hemos llegado a entender los guatemaltecos. Creemos que dos o tres bellezas que dicen durante la campaña electoral son suficientes como para, a partir de ellas, cambiar el mundo.

No nos damos cuenta de que al final, derecha e izquierda sí son diferencias sustantivas y, desde luego, es de esperarse distintos programas para enfocar lo social, para enfrentar la pobreza.

Sin embargo, ¿llegaremos algún día a romper con esta maldición?  ¿Llegaremos a ser auténticamente de izquierda, como ocurre en la mayoría de los países?  ¿Llegará el pueblo guatemalteco a encontrarse con su auténtica raíz, hoy oculta, la cual lo lleva a virar hacia la izquierda?  ¿O seguiremos siendo el único pueblo latinoamericano que, una vez tras otra, muy a su pesar y sin darse cuenta, le va a la derecha? Es un destino respecto al cual no caben dudas, porque ya se ha visto la capacidad de resistencia que tiene este nuestro pueblo.

1954 quedó ya muy, pero muy atrás. Ya es hora de que todos nos demos cuenta. De que retomemos el espíritu noble de una década, que se inició un 20 de Octubre de 1944, e incluso, ir más atrás y retomar el espíritu de resistencia y lucha desde los antepasados que como Cahí Imox, Micaela Guarchaj, y tantos más, y hagamos algo bueno con ello. Algo verdaderamente bueno.

Por ahora, no le queda al pueblo más que hacer un llamado a la consolidación de su unidad, a la solidez orgánica, a la perfección de sus vínculos articuladores, y de esa manera, presentar su agenda ante las autoridades del nuevo Gobierno, para negociarla. Así se construirá la paz social.

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